Cuando no tengo tiempo se me ocurren mil cosa que escribir, y como lo tengo fresco , no creo que vaya a olvídarlo. Que equivocada estou, porque a los cinco minutos ya ni lo recuerdo, solo atino a rememorar que era una buena idea, nada más.
A veces consigo apuntarlo, pero después no logro desarrollar la idea de la misma manera que la tenia en mente, me parece tonta, o no tan estupenda como la había pensado.
Lo de olvidar no creo que sea cosa de la edad, es más bien cosa de andar a correr y no pararse un momento a pensar.
Tengo mi librera llena de anotaciones que no recuerdo que querían decir, frases sueltas que después al desarrollarlas nos e parecen en nada a lo que quería contar.
Alguien me dijo una vez, que esto de escribir era como escupir, sacar todo lo que se lleva dentro. El problema es que a mi las mejores ideas, lo que mejor escupo o vómito, es mi mente razonando con mi yo interior. Y en ese instante, la casualidad quiere que tenga las manos ocupadas, con lo cual no puedo apuntar las. Y cuando el momento me lo permite, intento escribirlas, aunque solo sea una pequeña idea.
Y esto me pasa a menudo, impidiendo que todo lo que tiene que aflorar se quede en el tintero. En ocasiones pienso que a nadie le interesan los desvaríos de la que aquí escribe, y después mensajes de algún lector despistado, y digo lo de despistado porque se topó con el blog por casualidad, me envía un mensaje animando me o diciéndome que se siente identificado con mis letras. Esas pequeñas recompensas hacen que no desista y que cada día continúe compartiendo con vosotros mis pensamientos, mis fatigas, inquietudes y más de un despropósito. Y alguna cosilla más que no recuerdo y que en algún lugar he apuntado....
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