domingo, 7 de mayo de 2017

Mama

Hoy es el día de la madre, como todos los años el primer domingo de mayo. Muchos creen que es un día comercial y seguramente lo es.  No recuetdo donde lei ,que su origen está en una mujer pacifista que lucho por los derechos de los esclavos y de las en las mujeres, pero no voy a dar muchos datos porque no recuerdo bien la historia.
Volviendo la actualidad, hoy celebramos el día de nuestras mamás. 
Y creo que en el fondo no le decimos a nuestras mamás todo eso que realmente pensamos. Cuándo somos pequeñas creemos que van a estar ahí toda la vida, que son inmortales, que tienen superpoderes y todo lo pueden. O que tienen una varita mágica que con un toque y unas palabras de ellas, todo se soluciona en un plis plas. 
Hay momentos en que queremos dejar de ser sus niñas y que nos dejen volar a nuestro aire. Y lo hacen , observandonos desde la distancia, haciéndonos creer que la travesía la hemos realizado solas. 
Y siempre hay una etapa de nuestra vida que nos vuelve a acercar a ellas y vemos lo estúpidos, aunque necesario, ha sido nuestro alejamiento. 
Recuerdo que mi madre me decía, si algún día tienes hijos me entenderás mejor. Pues si, la entiendo más de lo que ella piensa. 
Hoy es el día de las mamás, y de la mis en particular. Quiero decirte mamá, que te quiero, que ojalá nunca te vayas. Y si lo haces, sigue acompañandome desde ese lugar que te encuentres. Gracias por cada riña, por cada Consejo, por cada abrazo, por cada lágrima, por cada esfuerzo, por cada día que me has dado, todo ello ha hecho que sea quien soy y me sienta orgullosa de ello al mirarme al espejo. 
Felicidades mama, no hoy, sino los trescientos sesenta y cinco días del año, porque ser mamá no es día es todos sin excepción. 
Te quiero mami.

jueves, 4 de mayo de 2017

Reciclando recuerdos

Después de muchos días posponiendolo. He decidido hacer limpieza en el trastero de mis sentimientos.  
Me he cansado de guardar paquetes de gente que ya no está, esperando a que algún día viniesen a recogerlos, y otros llegasen  a abrirlos conmigo. 
El trastero lo cerré con llave hace algún tiempo. El último paquete lo subí hace un poco más de un año.  Lo dejé en medio pensando que no le vería  en  una temporada, y no estorbaba. 
Y ahora estoy aquí sentada, en medio de cajas vacías, cajas cerradas, cajas con agujeros, cajas polvorientos, cajas..  muchas cajas. 
No tengo ni idea por donde empezar,  sigo sentada mirando a mi alrededor esperando la inspiración.  Pasan los minutos y decido ponerme menos a la obra.
Primera caja, recuerdos de la infancia, envueltos en añoranza y alguna ilusión rota pero nada que no se hubiese podido reparar. 
La segunda está llena de amores adolescentes, cartas de amor  y desamor que creías único e irrepetible. Y que ahora lo ves como una sensación de lejanía. Qué ilusos éramos con ese tema del amor, y aún lo seguimos siendo.
Me retiro hacia atrás y tropiezo de nuevo con la última caja que he llevado al trastero. Me mira desafiante, esperando que reina el valor de abrirla. Titubeo, pero finalmente me enfrento. Un escalofrío me recorre, es todo demasiado reciente, ilusiones truncadas, decepciones varias, proyectos por terninar, diferentes capítulos por terminar. En fin, demasiado peso para una humilde caja de cartón.  
El polvo acumulado hizo que los estornudos aparecieran y fuesen continuos, decidí sacar la caja del trastero y sacarla al jardín. 
Me senté de nuevo, no sabía que hacer ni por donde iniciar la limpieza. 
Me levanté. Cogí la caja como pude y salí a la calle. Caminé unos metros y en el primer contenedor verde que vi, allí la meti. Me di la vuelta hacia casa, caminaba liguera, sin carga y feliz.