martes, 21 de febrero de 2017

Felicidades...

Felicitar a alguien, ese es el reto de hoy. Con un pasa un buen día, sería suficiente. En esta ocasión no llega con eso. 
Cumplir años es una fecha en nuestro calendario, pero cumplir cuarenta dicen que un antes y un después en nuestras vidas. Tal vez porque es la mitad de lo que vamos a vivir o se supone que viviremos. 
Cuarenta no es nada, decía mi abuela con noventa. Todo es cosa de perspectiva. Lo importante es vivir, sea con veinte, cuarenta u ochenta. 
Sigo con mi reto, felicitarte a ti, que hoy cumples años. Tenía  pensado mil cosas que decirte, y ahora no sé  ni por donde empezar.  
Querido amigo, felicidades de todo corazón.  Tu vete viviendo este año y me vas contando que se siente al cumplir los cuarenta, para que no me pille desprevenida en unos meses.  
Lo de la edad es lo de menos, lo que quería  decirte  es gracias por compartir tu tiempo y tu amistad con para conmigo. 
Hace ya de cuatro años que nos conocemos, y lo que empezó como una observación mutua, se ha convertido en una amistad de lazos difíciles de romper. 
Me conoces y te conozco, me cuidas y te cuido. Me camas y te calmo, y me espabilar y te espabila.  Y mil cosas más.  
Te debo un par de tapas y una buena charla, de esas que el tiempo no importa, y poder mirarnos a los ojos mientras las palabras fluyen o simplemente el silencio cuenta los minutos. 
No sé  qué decirte.... sé  feliz, te lo mereces, date una oportunidad a ser tú  completo, y que nadie te borre la sonrisa. 
Mil gracias por ser amigo mio y dejarme formar parte de tu universo. 
Felicidades lince. 

domingo, 19 de febrero de 2017

Reencuentros

A veces solo necesitamos el encontrarnos con viejas amistades, para reencontrarnos con nosotros mismos. 
Ayer fue una de esas reuniones, que empiezan como un compromiso ineludible, que quisieras decir no y no puedes.  En las que te sobran excusas para declinar la invitación y aún así, asistes. 
Pues bien,  confirmé mi asistencia. Me probé no un par de modelitos, sino que el armario entero. Y al final, lo de siempre, lo práctico, camisa y vaqueros, y un bien tacón.  Y como dice la canción..... rimel por aquí, maquíllate... y lista. 
Me hubiesen llamado en mitad del camino para decirme que se había cancelado, y creo que bailaría sobre un pie en mitad de la calle. 
No hubo esa suerte. 
La noche había enfriado el ambiente. Me puse mi mejor sonrisa y allá fui.  
Como era de esperar, restaurante de moda, menú degustación, decoración cuidada elegantemente... ya se puede imaginar uno el local. 
Sorprendentemente, la comida muy buena y el vino, un tinto de la tierra, espectacular. 
Y de repente, aquellas amigas que no podría juntarnos ni la misma bruja piruja, estábamos riendo como hacía más de veinte años, olvidándonos del reloj y uniendo lazos de nuevo. 
Y entre vino, confesiones y más de un traje a medida que hicimos, fuimos encontrándonos. 
Cuando acabó la velada,  sentí esa punzada de añoranza, de lo que vamos dejando por el camino  y que volvemos a recoger. Anduve  varios metros siguiendo los pasos de mis pensamientos. Sonreía por el encuentro y seguir encontrándose, y por un momento recordé que lo que reencontré esa noche, fue a mi misma. 

jueves, 16 de febrero de 2017

Educación



Leí esta frase y me recordó  algo vivido este fin de semana.  Lo cierto es que la compartí en Facebook sin añadir ningún texto mas, para no dar pistas de como era mi estado. Y zas, la persona en quien estaba pensando, se dio por aludida.
Al final da lo mismo lo alto que subas, escales o alcances llegar, si ese ascenso es pisando a los demás.
Las personas no somos unos más que otros, ni tampoco menos, cada cual es quien es y debe respetar y ser respetado.
El finde asistí  a un evento, parte por interés propio y parte en apoyo de quien lo organizaba.
Al llegar, me sentí fuera de lugar, y no por la ropa, ni por mi forma de actuar, sino por la organizadora del mismo.
Desde el momento uno, fue una prepotencia desmesurada aderezada de falta de tacto y palabras inadecuadas. No hubo malos tonos, ni mucho menos insultos. La gente que me acompañaba, fue la que peor se sintió y a la que trataron con poco tacto.
La mala educación no es sólo chillar, o insultar se,  la mala educación es mucho más.  Es la manera de tratar a los demás desde una posición de superioridad, de menospreciar. ...
A veces suelo ser brusca, e incluso deslenguada, pero jamás maleducada y menos aún para que otro se sintiese peor.
Intento cada día tratar como quiero o me gustaría que me tratasen. Y tú?

martes, 14 de febrero de 2017

San Valentin

Ya está  aquí el día de San Valentín.  Es catorce de febrero,  pero ya nos han bombardeado con el  día desde que ha acabado la navidad. Es para enganchar un consumo con otro. 
No me gustan nada los días impuestos. Ya sabéis lo que opino de la navidad, pues con más razón de esta fecha.  
Acepto que a todos nos gustan los detalles, el que se acuerden de uno, que nos hagan sentir especiales... lo que ocurre es que hoy parece obligatorio el comprar algo o que te regalen algo. 
Esto me hace recordar, que siempre me han gustado las rosas,  siento debilidad por las negras, aunque me gustan todas y de todos los colores. Pues bien, en toda mi vida solo me han regalado rosas tres veces, sino recuerdo mal. 
La primera vez por mi cumpleaños, un chico que intentaba impresionarme, y casi lo consigue y me regaló tantas como años cumplía. 
La otra vez fueron dos rosas, no recuerdo el motivo. Y esas si que me llegaron al fondo del corazón.  Una por amor y una por amistad. 
Y la última vez fue por san valentin, un mozo que creía conocerme bien , y va y me regala dos rosas, de plástico. Si, de plástico, debo reconocer que aún las conservo. Cada vez que las veo me acuerdo de él.  
Y es todo era para que entendiera is mi postura, no es un debate de si san valentin o no san valentin. Simplemente es que hagáis lo que hagáis, hacedlo con el corazón, y no esperéis al catorce de febrero para decirle o demostrarle a alguien lo especial que es. 

lunes, 6 de febrero de 2017

Callarse...

Y no aprendo. Según pasan los años q creo que lo hago peor. 
Debiera  saber cerrar la boca. La boca la abro y la cierro sin problema.  Lo que ocurre es que me sale por ella toda la sinceridad.  
Decir lo que se piensa, está sobrevalorado.  En la sociedad en que vivimos, la gente pide rodearse de gente sincera, que vaya de frente, que tenga opinión propia. .... pero después la realidad es diferente. 
Las personas prefieren que les adulen, que digan a todo amen, que no les cuestiones. .. así la sinceridad queda guardada en el cajon. 
Y ahí estoy yo, que no sé  callarme los que pienso ni debajo del agua. Cuando digo en voz alta mi opinión,  parece que a la gente le gusta, aunque discrepe en más de algún punto. Además me gusta que me rebaten,  conocer otros puntos de opinión.  
No tengo problema en el diálogo,  en debatir sobre cualquier tema... pero no, en su mayoría se callan. 
Y en cuanto me doy la vuelta , lo que no me han dicho ante mi sinceridad,  lo comentan a mis espaldas. 
Tengo que aprender a callarme, a guardar mis opiniones, tengo que empezar a ser un poco falsa, sonreír y decir a todo amen. 
Tengo que.... pero no sé. La sinceridad no entiende de dobleces y de callarse la boca.