martes, 29 de marzo de 2016

Nueva batalla

Y ella llegó, como siempre y me desplazó  una vez más.  La primera no me la esperaba, jugó  sucio, con la comprensión como bandera blanca, mientras tramaba en silencio la estrategia en el campo de batalla. Y mientras firmaba la adhesión  de paz, sus tropas invadieron el terreno sin defender que había dejado por la inocencia de la confianza.
Perdí,  no luché. Me retiré con honor y sin albergar venganza en mi siguiente campaña.
Los años pasaron y conquisté otros mundos, nuevos paraísos y algún infierno,y esperando algún día una carta de admisión de los cargos que en su día no fueron imputados y que sabíamos de su existencia.  Llegó  dicha misiva, pidiendo perdón,  por los actos de otros, por los de ella, firmada y escrita por el coronel. Y desconfiada esta vez de las buenas palabras, esperé la cuarentena oportuna antes de aceptar las disculpas y compensaciones adecuadas.
Cuando la tregua estuvo servida y la paz parecía reinar, de nuevo ella, sigilosa y meditando cada movimiento  volvió a aparecer. Que oportuna como siempre su presencia. Me hizo sospechar que tendía espías bajo mis filas, y le informaban de cada uno de los logros en mis tierras.
No alcanzo a pensar que le mueve a una nueva ofensiva, aunque creo que el rencor que yo no albergo se lo llevó  ella en sus entrañas. Y de nuevo ha trazado un plan en el campo de batalla, una guerra que no quiero disputar. Así que me retiro de dicha lucha,  y con dolor expulso de mis dominios a todo aquel, que ha pertenecido a sus líneas de ataque y ofensiva,  incluido, al coronel arrepentido , que una vez más ha caído rendido ante las buenas artes guerreras de su gran opresora.
Cierro fronteras, sin levantar muros, pero las cuales hay ciertos soldados que nunca más podrán atravesar.

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