sábado, 7 de marzo de 2015

Maria. Cuenta atrás.

Maria no estaba muy segura de que se vieran. Era un paso al frente, era poner toda la carne en el asador y no sabia si estaba preparada. El la tranquilizaba asegurándole que era importante verse para seguir caminando. 
El dominaba el lenguaje,  las maneras de seducción a través de las palabras. Consiguió que ella se fuese despojando de esa reticencia y aceptara poner echa para el encuentro. 
Maria no tenía todas las cartas, así que busco apoyo en alguien de su confianza. Me cuenta lo que el pasa, me enseña su foto,  y quien que la acompañe llegado el momento. Por ella haría lo que fuese pero hay sensaciones que me hacen sospechar, que no estaba todo bien. 
Después de una charla con cervecita, de ser convincente,  y de ver ese brillo en sus ojos que pocas veces recordaba,  acepté ir con ella. 
Maria rebosaba felicidad, y si lo compartió con él. Emocionada le comentó que iría acompañada de una amiga. Cosa que a  él no le pareció mal, todo lo contrario. A mi me sorprendió porque en cierto modo, ya que se suponía que querrían compartir momentos y conocerse, disfrutar de instantes, pues no sabrían cuando volverían a verse. 
Maria están tan ilusionada que no observaba más que su propio nerviosismo.  Pusieron fecha, la puso él y ella aceptó.  Penúltimo fin de semana de enero. 
En cuanto lo supo, me insistió en que buscase un hotel, y ella de encargaría de los billetes. Busqué y busqué.  Maria estaba nerviosa, y él la tranquilizaba.  Bromeaban con que no saldrían de la habitación, pero Maria quería visitar a gente en la ciudad, a el no le pareció buena idea, la quería para él solo. 
La cuenta atrás había comenzado. Los días  pasaron,  y se iba acercando la fecha.  La maleta fue una ardua tarea, nos sabia que meter, que si los tacones,  el traje negro, el pijama... para qué pijama. Con mucho trabajo cosiguió terminar la maleta. El tren salía a las doce de la noche y a al diez ya estaba en mi casa. Nos fuimos camino a la estación, allí bajo el cobijo de la noche y de muchas ilusiones, Maria esperó el tren que la llevaría a ponerle aroma, piel a esa persona que se había colado en su vida en los últimos meses. 
Ya no había vuelta atrás. ..... el tren se escuchaba a lo lejos, era hora de dejar los miedos en la estación y subirse a un viaje de valientes....




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