viernes, 27 de marzo de 2015

Hay días en los que...

Hoy es de esos días en los que no quieres despertar. Se te pegan las sábanas y los ojos están pegados, el peso de los párpados  les impide moverse. Es de esos días en los que el despertador querrías que se averíase y dejase de sonar.  De esos días en que lo estamparías contra la pared sin miramientos. 
Después de una gran lucha, entre el deber y el no poder, me he levantado. 
Hacer el café  como manera de despertar,  mientras todo se inundaba del aroma  de un buen tostado, perdí la mirada por la ventana.  Un día gris , ni un rayo de sol. Mirada a o lejos, descubro que llueve, sólo faltaba eso. 
No me disgusta la lluvia, tiene su encanto,  y me gusta en verano cuando después de un día en mucho calor descarga la lluvia, y el ambiente huele a tierra mojada.  
En invierno tampoco me crea conflicto que llueva, bueno un poco a la hora de conducir, ya que en mi ciudad , que es pequeña, saca todo el mundo el coche cuando llueve, congestionando las vías principales. 
Pero hoy, no me gusta ver lluvia, tal vez porque ya estoy gris, como que el día aun esté más gris que yo.  Mientras bebo el café,  mi mente sigue cavilando entre lluvia y días grises. Intento buscar el sol que no se ve y que está ahí.  
El lavarme la cara, mirándome al espejo, vuelvo a echarme agua fría,  mi cuerpo espabila,  mi sonrisa empieza a asomar, surge efecto...
Me visto, a días grises colore vivos, y mi chubasquero de que le resbala todo todo lo malo. Por último, un vistazo en el espejo, que bien me sienta la sonrisa, luce enorme, brillante,  espléndida.  Salgo a la calle y un rayo de sol se cuela entre las nubes grises, irradiando aun más mi sonrisa...
Hay días en los que... con una sonrisa todo se ve mejor. 






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