miércoles, 4 de febrero de 2015

Piropos

Piropo, es un concepto que viene del latín, pyrõpus,  aunque su origen más lejano se halla en la lengua griega. Una de las aceptaciones más comunes,  es el halago que se hace a una mujer. Aunque,  a que hombre no le gusta un buen piropo?
El piropo, tiene que ser dicho con gracia, debe debe ser respetuoso a la par que ingenioso, nunca rozar la grosería y jamas ser soez. 
Cuantas veces,  salimos a la calle,  caminamos ensimismados en nuestros problemas e historias, y de repente alguien nos suelta un piropo, una frase haciendo referencia a nuestro caminar. Podría ser algo así o mejor.... " así se pisa morena, con garbo y gracia".  Al principio nos dejarán sorprendidos, después reaccionas,  te giras para cerciorarte que es por ti. Cuando te lo confirman,  te giras rápido, sonríes,  y en mi caso te pones colorada, e intentas que no se note. Y cuándo te das cuenta, tu día gris,  se ha tornado de colores.
 Hay verdaderos profesionales del piropo, de esas frases que saben ser certeras para despertar el interés a quien van dirigidas. Sus halagos son dardos de dulces aromas, con alguna dosis de picante, pero sin exceso de guindilla. 
Cuando se pasa el límite del halago y se pasa al bando de las burradas verbales, se pierde toda gracia y el efecto deseado nunca se produce. No digo que a veces, o a personas en concreto, no les guste una frase de esas que hasta en la boca del más aguerrido y duro caballero, suena fuerte y ruborizarse hasta la mujer más curtida, a esa que ya viene de vuelta de toda ida. Pero eso no es un piropo, eso es en ocasiones vergonzoso, no insulto pero demasiado apabullante,  aunque algunos sean ingeniosos, en rima y en comparación. Pero piropos, piropos, como que no. 
El piropo es y será muy nuestro,  muy de nuestra tierra. Es ese halago,  que nos hace girar, que nos hace reaccionar, que hace que nos sintamos más guapa. El piropo es la compensación a la sencillez, al día que nos arreglamos, a las curvas, a las rectas.  Es una confirmación de ese andar, de esas caderas,  de esa gracia,  de ese garbo. El piropo es y será el halago por excelencia, y quien no lo vea así,  es que nunca le han piropeado en condiciones, ni con la gracia suficiente. 
Y aunque me ruborizo, llevo mal los halagos, me pongo nerviosa, mis mejillas se colorean y no atino a saber que hacer .... A quién no le gusta un piropo? 
Vivan los piropos!!!


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