viernes, 6 de febrero de 2015

Frío

De repente, sentí frío,  soledad, esa soledad que hiela el alma. Sentí frío,  un frío que congelaba las entrañas. Mis mejillas ardían, sentían las gotas de lluvia, surcando cómo río de lava, dejando marca a su paso.
Había gente, gente a mi alrededor. Esquivaba sus miradas, no quería mirarles a los ojos. Temía que supieran leer a través de los mios, que aparecieran el torbellino de mis emociones, del calor que desprendía mi cuerpo, de la montaña rusa de mi temperatura...
Caminaba sin rumbo, sin ser conocedora de mi destino. Caminaba sin saber donde me guiarian mis pasos, si realmente me llevarían a algún lugar.
Quería correr, apurar mis pisadas, adelantar los eternos minutos. Mis piernas no respondían, no aceptaban órdenes, no colaboraban con mis deseos.
Me mezclé con el bullicio, con las pisadas de otros. Camuflé mi frío con el calor que desprendían los amantes. Disimulé el calor, con el frío de la noche Y las gotas de lluvia que caían incesantes.
Las extrañas sensaciones no desaparecían, el frío ardía en mi ser y el calor congelaba mi cuerpo. Quería desaparecer, ser invisible, no sentir, no pensar, no padecer. Quería correr y eso me detenía cada vez más.
De repente sentí frío,  sentí la soledad de estar rodeado de gente.

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