Van pasando los meses y el silencio es nuestra mayor comunicación. Te podría decir que te echo de menos, y eso sería mentirte y mentir a mi misma. Has formado tiempo de mi vida durante mucho tiempo, y todo ello, te he dado más de lo recibido. Eso no me importa, te di lo que me salía del alma. Y aunque debo reconocer que me consumía energía y tiempo, no me he arrepentido ni un solo día.
Ahora,con perspectiva miro atrás, y te veo de diferente manera. Luchas contra ti y el mundo, y arrastras en esa guerra a quien te rodea, sin importarte meterlos en tu fango y hacerles partícipes de tu miseria.
Vas de fuerte, de libre y de saber a donde caminas, y todo ello no es más que una fachada para ocultar tus miedos, tu cárcel de barrotes dorados. Das tumbos y en ellos hieres con lanza puntiaguda a quienes te dan la mano, dejándoles heridos y sin curar sus cicatrices.
Para acompañarte hay que despojarse de los sueños de cada uno, pues te los a propias como tuyos. Absorbe energía ajena para recargar tus esperanzas y cuando vuela, dejas en el árido desierto a que es curar tus alas.
La vida da muchas vueltas y la soledad puede ser una elección o una decisión impuesta. Aunque creas que puede haber rencor en mis palabras, solo hay pena al descubrir tu fachada y tu triste realidad. Te deseo lo mejor, que algún día encuentres tu camino y puedas liberarte de tantas cadenas que oprimen tu alma.
Cuidate e intenta ser feliz, yo he encontrado mi camino. ... sin ti.
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