viernes, 28 de febrero de 2014

Las mentiras no llevan a ninguna parte

Ha  llegado  a mis manos un documento gráfico, editado en Internet, de alguien que ha conseguido revolverme en la silla. No soy de quedarme callada ni debajo del agua, pero ni supe muy bien como reaccionar. No es mi guerra aunque este el campo de batalla, y a pesar de que alguna bala puede rozarme,  ninguna lleva mi nombre.
El documento en si, no es nada desagradable ni grotesco visualmente. Es una sala, con un foco y a semioscuras alguien narra una serie de acontecimientos. Parece la declaración de un testigo protegido, muy estilo película yanqui.
Lo que me hizo revolverme y quedarme ojiplato,  fue lo que contaba. Narraba con cierta soltura unas historias que ni el mejor escritor se hubiera imaginado. Al susodicho le conozco personalmente, desde hace unos años, aunque oírlo me hacía no reconocerlo. Puedo llegar a entender los motivos para declarar ciertas cosas, lo que no alcanzo a comprender es que recurra a mentiras burdas, y narre hechos ficticios para ensalzar la situación que vivió.
Lo que más rabia me hizo sentir, fue que si hubiese contado los hechos tal cual, hubiese recibido mi apoyo y el de los demás compañeros. Y en lugar de eso, ha conseguido nuestra repulsa y poner en duda casa una de sus palabras.
Reconozco que todo es interpretable, que lo mismo vivido por dos personas o más, cada uno puede tener diferentes recuerdos. Ahora bien si una pared es blanca no puede ser negra,  puede ser blanco puro, blanco roto, blanco neutro... Pero no negra o amarilla.  Pues eso, los hechos son los que son, y si quieres que alguien te crea, no inventes cosas inverosímiles.
Después de volver el documento, estuve tentada de responderle en las redes, o enviar una carta al periódico local, o mandarle un correo... Pero no es mi guerra, y si no me hizo participe de lo que pensaba hacer, que deshagan el entuerto el y los demás implicados.
Solo una apreciación, si sirves mentira, aunque vaya decorada de buenas y fantásticas viandas, mentira seguirá siendo. Y yo prefiero comer un bocadillo de verdades aunque algún bocado me atragante.


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