martes, 11 de febrero de 2014

Sentada en el sofá

Sentada en el sofá miro la puerta. Está cerrada, se puede abrir en cualquier momento. Dudo si levantarme y pasarle la llave o seguir sentada, pero mi mirada sigue clavada en ella, como si eso fuese a darme la respuesta.  Por un lado, me muero de curiosidad por saber que pasará cuando se abra, si aparecerá quien espero o si será una sorpresa. Por otro lado no se si es buena idea esperar, si será grata la visita que tanto deseo, si vendrá con buenas intenciones y amansada la fiera. Mi temor viene dado por lo conocedora de otras ocasiones,  y eso me hace imaginar lo que ocurrirá.
Debiera ser valiente y cerrarla, pero algo me aferra al sofá y no me deja levantarme, son las esperanzas fallidas, anhelos de que cambien las vertientes. El sofá me hace estar anclada a un pasado sin futuro y van siendo horas de mirar al futuro.
Me pongo en pie. Camino hacia la puerta, la abro y miro hacia fuera. No hay nadie y nada anuncia que alguien vaya a venir. Cojo una hoja y escribo; Cerrado por defunción. Lo pego en la puerta y cierro, paso la llave, y me tiro en el sofá.
Todo tiene un momento, y es el momento de empezar de nuevo.

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