Y a veces necesitas otra perspectiva de los hechos que tanto has desgranado, masticado y digerido. Quedé con una amiga, una de esas pocas amigas que tengo, y es de las mejores. Necesitaba hablar, contar, desnudar me entera. Y ella escuchó paciente mis relatos, en los que no me escudé en falta de culpa, ni en demostrar que la otra parte era maravilloso.
Me quité la ropa, los prejuicios y abrí el alma. Quería que me escuchase, necesitaba verbal izar en voz alta todo lo que me rondabajo la cabeza. Inseguridades, temores, riesgos, ambiciones.... y ella era la persona adecuada. Y no me equivoqué.
Y de repente, me puso ante el espejo, en la piel de la otra parte y ante mi asombro por su objetividad me abrió los ojos y me dio la bofetada de realidad que tanto necesitaba. Que ciega había estado, que injusta había sido y lo mejor, que suerte tener a gente como ella que ha sabido estar y demostrarme que solo se vive una vez.
Gracias una vez más por estar a mi lado.
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