Hace tiempo que no sé nada de ti, y ahora que lo pienso tampoco me importa mucho. Ni tu ausencia es un vacío que no se pueda llenar, ni mi presencia era primordial para ti.
Han pasado meses, que ya parecen años, desde la última vez de aquel café por compromiso, aquel café amargo que endulzamos para la ocasión firmando el adiós que hoy me lleva a escribirte.
No pensé que jamás nuestra amistad se enfriara tanto, pues no se rompió. Lo que pasó es que me cansé de que siempre vivieses una eterna lucha contra mi, por demostrarme lo más guapa, lo más experimentada y como siempre eras mejor que yo.
Entonces no alcanzaba a ver la energía que me consumías, lo que me agotaba fingir que aquella lucha no me importaba, y que aunque te entendía, un día dejé de hacerlo. Por dejar, dejé de llamarte, y tú tampoco lo hacías. Dejé de consolarte,dejé de ser tu diana, tu apoyo. Y el mundo no se detuvo. Caminé sola pero tranquila. Empecé a mirar el horizonte y son darme cuenta te volviste una sombra del pasado,que con los días te difuminaste.
Ahora te escribo para desearte lo mejor, y que te vaya bien, pero con una recomendación, vive, y deja de luchar contra los demás, pues tu guerra es contigo misma y esa es difícil de ganar.
Cuidate y sonríe, que la vida solo hay una y se escapa en cada segundo.
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