Te acurrucas en el suelo mullido y metes la cabeza entre las piernas, como no ver lo que suceda a tu alrededor te protegerá si algún ser o animal quiere acechar te.
Buscas el silencio, como si en al encontrases la calma a tus preocupaciones, tranquilizara a ese torbellino de preocupaciones que inundan tu mente.
En tu burbuja, ese castillo de naipes indebles que amenaza con derrumbarse con el primer suspiro que exhales. Ahí quieres quedarte, ajena a toso, y si pudieras ajena a ti misma.
En ocasiones necesitamos esa burbuja imaginaria que nos aísle, que nos haga sentirnos protegidos y que al mismo tiempo nos hace sensibles y presa fácil de caer en pensamientos no reconfortantes para quien se atormenta por los avatares de la vida.
Y todo esa protección,falsa protección sentida, se desvanece con el abrazo sincero de quien nos entiende en nuestros silencios sin que de nuestra boca salga ni el más mínimo ruido. Y ya no necesitas más castillos que la fortaleza de esos brazos que te hacen sentir segura y te reconfortan con nueva energía para enfrentar lo que hay y lo que vendrá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario