jueves, 25 de septiembre de 2014

Callarme, no gracias

Calar, hablar....  Hablar o callar. Peco de hablar,  de decir lo que pienso cuando estoy en un ambiente de confianza, o estoy a gusto. Esto hace que me olvide de que no todo el mundo es como yo, que  mucha gente a pesar del buen rollo,  de ese ambiente de confianza, no dice lo que piensa ni quiere oír lo que los demás opinan.
No me se callar, ni cuando estoy a gusto, ni cuando me tocan las palmas. Y si no hablo, y me lo trago para dentro, la ulcera se infecta, y cuando abro la boca, terminan por salir sapos, no siempre feos, pero si cargaditos de veneno sutilmente repartido.
No reniego al diálogo, y no con ello q ue cambien de opinión, sino espero con ese diálogo, que  entiendan mi postura, el porqué de mis enfados o de mi opinión.
A veces pienso que no me sé expresar con cierta soltura, porque no consigo que cierta gente me entienda. Y eso lo único que consigue, es que cada vez me callé más, y ya no busque esa empatia. No la busco por la sencilla razón de que cada vez lo veo más imposible. Y así,  sin yo hablar la boca, se va poniendo una barrera entre yo y esas personas. Las barreras no son físicas, ni tampoco psicológicas. Pero llenas de decepciones, que con el tiempo se con intención en indiferencia.
Lo que pasa es que cadá vez me cuestiono más si mi comportamiento es el correcto. Debo callarme,  o por el contrario hablar, y taconear? Lo que ocurre es que las personas somos diferentes, y nosotros mismos en veinticuatro horas  somos capaces de varias nuestro estado de ánimo, de las circunstancias que nos rodea.  Todo ello hace que tomemos ciertas decisiones según los acontecimientos.  Lo único que tengo claro, es que la gente como yo,  no callamos ni debajo del agua. Y lo que no decimos ahora lo decimos después, pero siempre siendo honestos con nosotros mismos y con los demás, aunque ello esté compuesto de un exceso de sinceridad, que no siempre es recibida con los brazos abiertos.
Así que callar.... Ni debajo del agua, así que encima hablare por los codos.... Porque aunque no quieran oírme, aún no ha nacido quien me ponga una cremallera en la boca que no consiga abrir una y otra vez,  en cada o avión que lo crea Necesario...





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