martes, 11 de marzo de 2014

Carta que no enviaré

Hay cartas que nunca escribiste y que nunca lo harás. En mi caso he empezado unas cuantas y no las he enviado, la mayoría por falta de tiempo, otras por miedo y alguna por no saber la dirección del destinatario.
Debiera comenzar esta como se inicia cualquier carta, con un hola y un que tal?
Imagino que estarás bien donde te hallas y que te tratarán como mereces, pues no has vuelto y no creo que lo hagas. Si fuese así, la sorpresa que me llevaría seria mayúscula. Sé que a veces haces alguna escapada para ver como me encuentro, y desde una distancia prudencial me observas. Guías mis pasos cuando me tuerto más de la cuenta.
Tu piensas  que no se que estas, que no noto tu presencia. Te equivocas, no te veo pero te siento. Cuando menos lo espero te cuelas en mis días dejando pistas que ávidamente encuentro y sin lugar a dudas reconozco tu huella.
Sigues aquí, a pesar de que te has ido hace mucho tiempo. Me gustaría tanto una charlatanes con un café, como hacíamos antaño, poder contarte cómo me va(aunque ya lo sepas), pedirte consejo y, por que no, también que me tires de las orejas.
No quiero perturbar tu tranquilidad, pero no puedo despedirme de ti, sin decirte que tienes mi total permiso para venir a visitarme cuando lo desees, y de pasear conmigo. Y no necesito que me hables, solo agarra mi mano y sentiré tu presencia. No estas, y sin embargo siempre junto a mi.
Pasarán los días y los años, y seguirás existiendo, tu marcha simplemente fue un contratiempo del destino que algún día será subsanado.
Cuidate y no dejes de velar por mi.


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