He vivido una vida prestada, y como tal , llegó el momento de devolverla. El problema es que ya la había hecho mia, pero no era más que un apaño de la que yo no quería vivir.
Aquella, me sentaba bien, aunque no era del todo mi medida, con ella me sentía ligera, sin mucha atadura, tal vez porque no era mia, tal vez porque no me correspondía.
La he devuelto, y ahora siento que me falta algo, cómo si todo se resumiese a que debiera recuperarla y hacerla nuevamente mia. Tampoco esa es la solución, ni aquella me sentaba como un guante, ni la mia era de mi talla.
Me he sentado ante el armario, y empezado a sacar todos los atuendos que en él guardo. Recuerdos de otras épocas, ilusiones frustradas, proyectos aplazados, futuros que nunca llegaron y sobretodo miedos, miedos que han devorado toda ansia de libertad. Ahora que ya no se cual es mi auténtica vida, me he dado cuenta que he vivido mucho tiempo de prestado.
El préstamo no era algo solicitado por mi, fue algo impuesto, que sin quererlo ni pensarlo, acepté. Y ahora ya no se que ponerme. He decidido despojarme de toda prenda que no me sienta, y aunque el frío se apodere de mi piel, mi pensamiento esta más templado que nunca.
No sé qué vida me vestire a partir de ahora, si será la vida que siempre soñé, o solo una etapa más de ella, pero me pondré mi ropa, ropa con la que me sienta yo, guapa, segura. Me calzare zapatos de mi talla, no sé si tacones o planos, pero serán mios, con los que cada paso que dé, sea el paso que quiero andar.
Se acaba el tiempo, pues la vida no es eterna, y no quiero tener la sensación de no estar en el lugar que no quiero, ni rodearme de quien no me apetece y mucho menos estar condicionada ni por el que dirán ni por lo que piensen los demás.
La vida como el tiempo, no se detiene, no te espera, sólo cada uno lo emplea o lo gasta, pero discurre sin mirar atrás. La vida se escapa, y es el momento de vivir la propia y dejar de vivir la prestada, porque al final del camino no hay vuelta atrás.
Empezó el cambio.... y con él la evolución .
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