Encontrarte una foto olvidada en el cajón. Primer impulso, romperla. Te paras y la miras. No puedes evitar que los recuerdos de aquel instante, vuelvan a tu cabeza.
Una lágrima recorre tu mejilla. Hace mucho tiempo de aquello, y aún te remueve por dentro.
Te sientas en el borde de la cama, como si dejar caer el cuerpo, fuese el pasaje para volver a aquel instante. Mantienes los ojos abiertos, pero te has transportado a otro momento, y a otro lugar. Sientes el aroma, la temperatura de aquel día, hasta la voz de la persona que tienes enfrente.
Cómoha pasado el tiempo y parece que fue ayer.
De nuevo, vuelves a hoy, a mirar otra vez esa fotografía. Y no consigues descifrar todo lo que pasa por tu mente y por tu interior.
Sensación extraña, ganas de llamar a quien te está mirando con una sonrisa, estática pero contándote que todo saldrá bien.
Sigues sentado en el borde de la cama. En una mano la foto, y en el otro el teléfono. El impulso de marcar es muy grande, y el miedo al rechazo es mayor.
Un debate interno te consume sin saber que hacer.
Miras la fotografía encontrada en el cajon y una lágrima de nuevo recorre tu mejilla.
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