sábado, 23 de septiembre de 2017

Primera impresión

Todos y cada uno de nosotros tenemos una primera impresión de algo. Y cuando digo todos, es Todos, incluso el sentado en la última fila con cara de despistado. Que le funciona el hacer que no se entera de nada, mientras observa lo que le rodea. Pero eso es otra historia. 
Todos nos hacemos una primera idea de algo, de ese lugar que vamos por primera vez, de la clase de la Universidad, del ambiente de trabajo, de la dependienta de la esquina, de ese chico amigo de mi amiga, y podría seguir enumerando cosas. 
Y seguramente esa idea inicial que formamos  en nuestra cabeza, en unas ocasiones es muy acertada y otras totalmente errónea. Todo puede ocurrir. 
En mi caso, supongo como en de poca gente, ocurre que esa primera impresión suele ser de lo más certera. Y diréis... nunca te equivocas.
Pues no, me equívoco Y mucho. Mi fallo no está en esa primera impresión que mi intuición también me forma en la mente, mi error es no hacerle caso. 
Esa intuición me da todas las pistas y hace saltar las alarmas, pero mi consciente se niega a pensar que tenga razón, y busca mil y una maneras de demostrar que está equivocada.
Debo reconocer, que algún tiempo logró demostrarle a la intuición que no ha acertado, pero todo se coloca y aquella primera impresión concuerda con la final. 
Así que he decido hacer un pacto con mi intuición, intentaré hacer caso a sus impresiones, y si por despiste, no las sigo, que me dé una colleja. Es que una colleja a tiempo evita un batacazo mayor. 

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