Ni tu tan list@, ni yo tan ingenua, eso es así. Las personas a veces nos creemos más listas o dejamos que las otras personas crean que lo son.
Tu ibas un paso por delante, con tu buena oratoria, tu saber estar, tu comprensión, y tu saber aparentemente escuchar. Según avanzaba el tiempo, empecé a vislumbrar la situación real. No pongo en duda tus buenas intenciones, ni tampoco creo que yo fuese mejor, simplemente deje discurrir las cosas. Te creías dominante de los acontecimientos, porque nunca descubrí tus cartas, y ahí ilus@ fuiste tu. No le di la vuelta, ni pedí que se la dieras tu, pues aún boca bajo las cartas, ya vi el farol. Deje que creyeran que era ilusa e ingenua, inocente y novata en el juego. Mi jugada fue jugar a tu juego una y otra vez.
Al final, a casi a punto de terminar la partida, viste el juego perdido, y como mal jugador de cartas dejaste la partida a medias, excusandote con ir al lavabo. En la mesa me quede esperando a sabiendas que no volverías o tardarían lo suficiente para que yo me levantase.
Pasado el tiempo, decidí levantarme y pedirme una copa en la barra y que la pusieran en tu cuenta. Le sugerí al camarero que no recogiese las cartas, que en algún momento volverías a terminar la partida. Extrañado me miró, pero acepto mi petición. Las cartas siguen allí, cogiendo polvo, esperando acabar el juego que tu iniciaste, solo queda la última mano por jugar. Y como buena jugadora no me gusta que me regalen ningún juego sin antes haberlo jugado.
No tengo prisa, pero si de que en algún momento dé lugar de terminarla, y estoy segura de que ese día llegará.
Ya ves, te creías muy list@ y a mi tan ilusa, y desde la primera carta supe tu juego, y jugué. Y tu? Descubriste mis cartas? Cuando lo hagas, estaré en el fondo de la barra, buscame y jugaremos esa última mano.
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