La vida puede ser muy larga o muy corta, cada vivimos la nuestra. Hay gente que nos acompaña todo el viaje y otra que se va quedando en el camino. Por otro lado hay personas intermitentes, que aparecen y desaparecen de ella, unas veces por circunstancias y o malos entendidos.
Llevo parte de mi vida recorrida, y espero que me falte mucha por recorrer. Muchas personas han quedado atrás y lo único que me queda de ellas son vagos recuerdos. Otras a pesar de que no volverán, me han marcado de tal forma que es casi imposible de borrar su huella en mi. Y hay ciertas personas que se han ido, para volverse a cruzar en mi camino. Estas últimas son las más interesantes, pues han sido ellas las que por elección propia han decidido no seguir acompañándole. En el momento de su huida, he intentado que me diesen una explicación, poder entenderlas aunque no seguirán junto a mi. En muchos de los casos me han dado silencio por respuesta, llegando un momento en que las he intentado olvidar y pasar de ellas. Y ahí viene lo divertido, la vida las ha puesto de nuevo en mi camino, no han sido ellas las que lo han deseado, ni yo quien las he buscado, pero nuestros caminos se han cruzado de nuevo. El problema es que esperan ver a la persona que dejaron en el anden mientras el tren iniciaba su marcha, pero no es así. Esperan que de nuevo les pida explicaciones, explicaciones que ya carecen de importancia y que no me interesa recibirlas. Y al final son ellas, las que las dan, las que sienten el remordimiento de no haber hecho las cosas como debieran.
Un consejo, si alguna vez dejáis de estar en la vida de alguien, no dejéis espinacas clavadas voluntariamente, aclarar la situación, porque la vida es muy perro a veces y aunque en ocasiones da segundas oportunidades, otras nos cobra nos nuestros malos procederes. Y no sabemos a quien nos encontraremos en el próximo cruce.
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