El café de la mañana y la niebla con que empieza el día y son buenos compañeros para la reflexión. Empieza el día y los pensamientos se alborota, retazos del sueño con el que me he despertado y planes para la jornada, todo se mezclan aleatoriamente.
Mientras bebo el café, me han venido a la mente personas que por circunstancias se han quedado en el camino. He intentado recordar cosas, detalles que se han quedado en el olvido. Tengo la certeza de que mi memoria se va despojando de momentos pasados para almacenar nuevos. Eso, o es que no eran tan importantes como creía.
Tu, eres uno de esos, intento recordar y cada vez se vuelven más borrosos. Se difuminan, no consigo encuadradarlos. No encuentro la razón por la que ocurre eso, ni tampoco porque mi mente ha decidido libremente y sin mi permiso, eliminarlos.
Se han quedado instantes efímeros, como si de anécdotas se tratase, parecen más restos de un sueño imaginario que de parte de una realidad vivida. Tendré que empezar a escribirlos, porque a este ritmo no serán ni vago recuerdo.
De nuevo sorbo el café y respiro hondo, miro al infinito del paisaje y vuelvo de mi ensimismamiento. Son horas de ponerse las pilas y empezar a ponerse en marcha, a vivir día nuevo, un día de realidad.
Me visto, me pongo mi mejor sonrisa y desapareces de mis pensamientos, te quedas en el fregadero con mi taza de café. Tal vez mañana vuelvas tímidamente a mi recuerdo, pero hoy quiero vivir y soñar despierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario