Cuando la lucha es continua y no vemos salida o victoria en la guerra emprendida, es hora de pararse, mirar las opciones y si es necesario, retirarse.
Muchas veces pensamos que la retirada es una derrota. Para nada, hay luchas inútiles, luchas que solo consiguen desgastados cada día. Agotan nuestras fuerzas, fuerzas que podrías invertir en cosas mas productivas.
Todos hemos tenido la sensación alguna vez, de tener que intentar salvar alguna relación, del tipo que sea, familiar, de trabajo o amorosa, luchar hasta el final. Y en el proceso hemos dejado más de nosotros mismos que las demás partes implicadas. Es como si ellos no estuviesen en posición de intentar también luchar, y la guerra fuese solo nuestra. Eso solo consigue extenuación y no vislumbrar un final satisfactorio. Llegado ese momento hay que ser agonista y decir basta, recoger los bártulos y retirarse. Una retirada a tiempo es una victoria, por lo que debemos salir con la cabeza alta y seguros de que hemos hecho todo lo posible. Y el supuesto fracaso no ha sido más que una muesca en nuestra vida, y es más fracaso de quien en su momento no quiso luchar.
Retirarnos, no es dar por finalizada la guerra, sino que es una guerra que no nos toca librar a nosotros. Retirarnos a tiempo, consigue reponer fuerzas, para otras batallas que de una forma u otra nos tocará librar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario