Buscamos sitios idílicos lo más lejos de donde vivimos, y no sabemos apreciar los rincones mágicos que hay cerca de nosotros. Una de las imágenes que más me gustan en esta época del año, son los cerezos en flor. Seguramente quien haya tenido la ocasión de visitar el Jefe, sabe a que me refiero. Todo cubierto de un manto, como si al pintor se le cayera el bote de pintura de una manera magistral, dejando el cuadro perfecto y de una belleza sin igual.
Me gusta quedarme mirando los cerezos florecidos y si corre un poco de brisa. Es aún mejor. El aire mece los árboles, desprendiéndose de algunas de sus flores que juegan libres en un baile para los sentidos. Disfruto con esa imagen, que año tras año se me graba en la retina, recordándote que las sitios más bellos lo hacen los ojos que los miran.
Pues si alguien no ha tenido ocasión de verlos en flor, que vaya si puede al Jerte o alguna zona donde los cerezos sean los protagonistas y se queden en silencio mirando el paisaje. Y a los que si lo han visto, a que tengo razón?
No se si es la nostalgia de la primera vez que vi el esplendor reflejada en sus ramas floridas, o por la pasión del fruto que traen después, es la estampa que para mi mejor define esta estación.
Un sitio, un momento perfecto, un paseo entre cerezos en flor.
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