Nos pasamos la vida buscando el equilibrio, el llamado ying y yang. Y cuándo creemos alcanzarlo, la balanza se vuelve a inclinar. El equilibrio no existe. La vida es una lucha constante por hallar ese equilibrio soñado. Y a veces nos olvidamos disfrutar las diferentes inclinaciones que van sucediendo en nuestra vida, como si las inclinaciones fuesen algo malo y nos desequilibradas a nosotros y a nuestro alrededor.
Si la balanza se inclina es porque nuevas cosas se han sumado a nuestros platillos, con lo que para equilibrarla de nuevo hay que sacar algo del otro plato. Y ahí, empieza el conflicto. Nos cuesta eliminar cosas, aunque las rescatamos en otro momento.
Cada día me doy más cuenta, que el equilibrio perfecto es imposible, hay que aprender a vivir con los pesos que hacen que la vida no sea monótona y nos enfrenta a decisiones que de otra forma, jamás haríamos.
Reconozco que apesar de que se me inclina todo cuando menos lo espero, cada vez me es más fácil hallar ese punto de equilibrio en el caos. Me gusta mi caos ordenado, donde sólo yo hallo la calma, y nadie puede encontrar nada. Me gusta mi ying yang donde sólo yo soy la dueña.
Al final ese equilibrio, cada uno lo encuentra a su manera, aunque los demás vean la balanza tan inclinada que piensen que todo se va al traste. Cada balanza es diferente y cada uno pone en su plato lo que cree necesario para un equilibrio único e intransferible y que nadie entiende como uno mismo.
Un consejo barato, tu balanza es tuya y nadie mejor que tu para gestionar tu propio equilibrio, incluso si es en una cuerda floja.
No hay dos balanzas iguales..;))
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