Respirar hondo y contar hasta diez, volver a repirar y volver a contar otra vez hasta diez. Respirar, respirar, y contar, hasta diez, hasta veinte, veinticinco, veintiséis, veintiocho, treinta, treinta y....... Contar rápido, hiperventilando, seguir contando y ..... cien!!!
Cuantas veces nos hemos visto en una situación en la que nos sentimos con ganas de soltar todo lo que guardamos y sin embargo tragamos, tragamos y se nos va formando una bola en la garganta. Nos atasca, nos oprime, y ni baja ni sube, nos falta la respiración y nos agobia.
Los esfuerzos por mantener la compostura, dan sus frutos, nos callamos, en lugar de chillar, de decir mil cosas. Nos marchamos como señoras, como unas damas , que algunas veces desearíamos ser unas verduleras y unas cuantas cosas más, y dejar la educación en casa. Pero no, no nos gusta dar el espectáculo y menos ese tipo de espectáculo tan deprimente, que si nos pagarán ni lo veríamos ni lo daríamos. Quien quiera circo, que pague por el.
Cuento hasta diez, hasta cien, hasta mil.... y me callo, en lugar de estamparte la cara con las verdades que no digo. Me callo y me voy. Me doy la vuelta y una lágrima empieza asomar, otra,... la rabia de la impotencia busca salir, exteriorizarse siempre es igual, la que termina llorando soy yo....
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