La gente se cruza por tu camino, a ve es de la manera más inesperada. Y lo que puede ser una anécdota se transforma en una amistad difícil de calificar y muy firme.
Una persona que hoy por hoy, es importante para mi, se cruzó de esa manera. Una anécdota sobre lo divino y lo mortal, conversación sobre los que se van y no pueden volver, y alguna cosilla más, hizo que se entablara una relación de buenas charlas, y con el tiempo en una amistad.
Si, hablo de estadistas entre hombre y mujer, que saben que nunca serán nada más y se transforma en una amistad sincera y sin doblez. En la que te sientes libre y la otra persona se siente igual. Y te cuentan sus cosas sin miedo a ser juzgadas, y tu haces lo mismo.
Esa amistad en la que de repente dices garcias, y no sabrías como e picarlo, pero ese gracias lleva muchas connotaciones de agradecimientos, de perdona por a veces no estar, gracias por entenderme sin tener que explicarme. Y también ese gracias con capote de no dejes de picarme.
Gracias por confiar en mi, pues aunque pensamos que no seremos traicionados, todo puede pasar. El ser humano es un animal imprevisible. Tal vez transmito seguridad o que no juzgo, pero lo cierto es que por una extraña razon, la gente tiende a confiar en mi, y a contarme ciertas cosas. Y esa gente forma parte de mi grupo reducido de amistades. Gracias por estar en el, aunque me sigues debiendo una cena...
Y las gracias las doy porque tengo buen@s y grandes amigos@s, los mejores, y no me cuesta admitirlo.... Una que sabe elegir.
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