A lo que iba, que me pide un cotilleo, claro como ella no está aquí, quiere que le ponga al corriente de las nuevas y no tan nuevas, de la gente, de la ciudad, de todo un poco. Pero esta vez era la peor reportera que ella se podía buscar. Así que poco cotilleo tenia, por no decir ninguno. Y pese a las ganas de contarle alguno, tuve que admitir mi falta de información.
Ella se percató de mi desilusión por no poderle transmitir, a lo que ella hábilmente me habló de un artículo sobre el cotilleo, de que la gente no lo hace por criticar, sino para reflexionar sobre unos mismos. Lógicamente le pedí que pasara el artículo, pues discrepo bastante con esa teoría, pero aunque un poco de verdad tiene. Y sobre cotillear y demás, ya escribiré otro dia.
Al final, mi amiga vio que poco jugo le daba, por lo que al final se hizo ella con la conversación y me empezó a contar sus cotilleos. Es que a mi lo de charlar por WhatsApp no es mi fuerte, aunque con ella es la única manera de hablar un poquito. La pobre estaba un poco,un poco.... No sé cómo decirlo, no era triste, ni desanimada, ni decepcionada, tal vez cansady todo porque supuestamente todo lo que podía salirte mal salio mal.
Claro que lo malo de ella, son anécdotas todas seguidas, que se arreglan en poco, la lavadora, la luz que se ha cargado, la falta de encontrar curro, un catarro demasiado largo, y algún desastre pequeño. Y le afectó un poco, aunque en el fondo yo la sentía feliz. Y es que esta feliz, su niña se ha adaptado bien, y además en el cole va bien. Y lo que importa es como se siente uno consigo mismo.
A veces no son los grandes desastres los que más nos hunden, y los pequeños nos minan y nos hacen más fuertes. La vida es como es, lo importante es ser feliz y disfrutar de las pequeñas batallas.
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