Mi envidia está llena de admiración. Te admiro, aunque pocas veces te lo diga, eres conocedora de mi pensamiento.
La cobardía, o tal vez el exceso de empatía, me limitan a la hora de dejarme llevar y de luchar por lo que quiero o deseo. O es que esos deseos no son tan fuertes cómo para no pensar y tirarme desplegó en la piscina.
Te envidio, y te admiro, pero tambien te odio, solo un poco, por dejarme sola, por irte lejos, y porque no puedo ir a visitarte las veces que quiero. Y sin embargo estoy cerca de ti, y tienes el don de aparecer con un mensaje cuando necesito de tu cordura. Si, pones cordura a mi impulsividad, a mi furia instantánea, que sabes que pronto se apaciguara. Pones la semilla de la espera, aun cuando mi impaciencia la ahoga por no querer esperar a que enraice.
Te envidio, por lo libre que eres, por cómo vuelas a pesar de las alas rotas. Cómo no te rindes, y sigues hacia la meta incierta. Te admiro, y esa admiración, hace que yo luche también por lograr esas metas olvidadas en el cajón desastre de mis intenciones.
Te envidio porque eres sacar lo mejor de mi, y hacemos un buen tandem, nos complementamos, nos entendemos y no necesitamos contárnoslo todo.
Me provocas, para que no lo dude y vaya a visitarte, cosa que deseo y tu también, pero no puedo por circunstancias. Circunstancias que podría cambiar, o modificarlas, y lo haré en su justo momento. Iré a verte, pues no me gusta dejar asignaturas pendientes, lo que no sé es cuando.
Te envidio, por ser como eres, te admiro por lo mismo también. Te envidio, te admiro, pero sobre todo te quiero. Y me orgulloso que estés en mi vida, y tu llegada fue tardía y llena de sorpresas, y la que espero que vengan y podamos compartir.....
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