Las comparaciones son tan odiosas cómo inevitables. Decimos que no nos gusta comparar pero lo hacemos con cosas y personas. En las comparaciones siempre sale alguien perdiendo, pues ya está la balanza inclinada hacia un lado.
Cuando comparamos personas o relaciones, es inevitable que entren en juego recuerdos, sensaciones y sentimientos... Y si han sido relaciones que por un motivo u otro hayan quedado en stand by, mas.
He intentado no comparar, cada persona es un mundo y un mundo por descubrir, pero algo inevitable cómo el pasado siempre vuelve. En mi caso, el sale siempre ganando, pues se ha ido a un lugar donde no puede regresar. Los recuerdos son míos, pues no los puedo comparar con los suyos, y he sido la última persona en su vida. Como luchar contra ese torbellino de instantes intactos en la memoria después de tantos años?
Es mejor guardar esos recuerdos para nosotros e intentar crear nuevos recuerdos con otras personas, y aunque la tendencia a comparar es inevitable, ni ellas son las mismas personas ni nosotros somos los mismos que hace diez años. Y me pregunto, para que comparar si la comparación es desigual y sin sentido?
Al final, dejamos llevarnos y dejamos que las cosas nos sorprendansin esperar que actúen cómo esperamos, por que por mucho que comparemos nadie será como esperemos por mucho que lo intentemos, cada uno es como es y nosotros debemos aceptarlo así. O tu no esperas lo mismo de los demás??
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