viernes, 19 de septiembre de 2014

Palabras, palabras y palabras....

Las palabras en si, no dicen nada y dicen mucho. Son letras unidas sin más, con una lógica para que suenen mejor o sean más agradables o más sonoras a nuestro oído. Lo que le da fuerza a las palabras es el significado que cada uno tiene para cada persona, en cada momento.
Por ejemplo, uno lee, escribe u oye casa y su mente lo relaciona con diferentes cosas, estados o momentos de su vida. Si eres un arquitecto veras más que cuatro paredes, una obra por hacer. Sin embargo si fueses el albañil, un trabajo más, y seguir las órdenes del capataz. Si estuvieras perdido en el bosque, seria un refugio. El sin techo, casa, seria su hogar. El que vive en un piso, la casa seria la tranquilidad, sin ruidos, etc. Si estuviesemos de vacaciones, seguro que casa nos recordaría la vuelta al trabajo, y así un montón de significados y simbolismos.
Las palabras toman forma y fuerza, según como se digan y sobre todo quien las pronuncie. No es lo mismo, que lo diga papá,  que que lo diga mamá. Tampoco se parece una palabra en tono enfadado, que en todo distendido, ni con entonación sarcástica, despectiva o irónica...
La palabra en si, es lo que el diccionario pone, son letras que describen,  o califican algo. Y cuándo entran a formar parte de nuestra mente, tienen su propio significado, su propia fuerza y su propio contenido y continente.
Las palabras, son palabras y quien sabe usarlas en función de quien las escucha, tiene un gran poder, porque al final el poder de la palabra es uno de los mayores poderes y más difícil de controlar.



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