Recuerdos qué se agolpan desordenados en mi memoria me transportan a otra época, a un tiempo donde no se si era feliz, pero si guardo con esmero y con una dulce nostalgia.
Los recuerdos de mi infancia son como piezas de un puzzle, están desordenadas. Recuerdos de tres años, de cuatro... Por qué sólo recordamos unos instantes y no otros?
Cuando paseo por esos retazos de mi vida, vuelvo a sentir el aire de aquella época, el agua en mi piel de la primera vez que vi el mar. Siento el barro secándose en mis manos cuando hacía el hoyo para el gua de las canicas. Son tan reales, como instantáneas que no se han borrado a pesar del tiempo.
Recuerdo mi primer accidente, por llamarlo de alguna una manera, que dejó en mi mejilla y nariz una bonita cicatriz. O el día que salte por la ventana con la intención de volar cómo superman. Y aquel día de verano caluroso, en ql no quería sacarme el gorro de lana porque hacía mucho frio, mucho frio era lo que pasaba por haber escalonado el pelo con las tijeras de mi abuelo. O cuando fui a la primer vendimia y me escondía detrás de las cepas y no daba tregua a los racimos, mientras mis padres me buscaban y yo no paraba de comer.... Y así podría relatar mil y una más...Y cualquiera de nosotros tenemos aventuras que solo de pensar que nuestros hijos puedan repetir nos entra el pánico, a que si? Pero eso es la infancia, travesuras, explorar, creernos supeheroes con superpoderes, no rendirnos, y hacernos heridas de guerra que nos acompañarán parte de nuestra vida.
Ni nosotros eramos más fuertes ni ellos menos imaginativos,nosotros tuvimos nuestra infancia y ellos deberán tener la suya, ni mejor ni peor, simplemente será diferente.
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