A veces quien más nos quiere y más queremos, son quienes nos arrancan las lágrimas más amargas. Muchas de las veces ni ellos ven nuestras lágrimas recorriendo nuestras mejillas, pero el surco que dejan arde. Ellos no pretenden hacernos daño ni mucho menos desean vernos sufrir, pero al conocernos sin quererlos dan donde más nos duele. Y como no somos un témpano de hielo reaccionamos y la rabia,el dolor, la impotencia se refleja en una lágrima o en un manantial de agua agridulce que no podemos controlar.
Intentamos protegernos ante ellos, hacernos los fuertes, que no noten nuestras preocupaciones,nuestras debilidades. Y cuándo vemos y somos conscientes de que nada podemos ocultar, nos prometemos nunca volver a contarles nada, que nos dejen tranquilos, que no puedan opinar y menos acertar.... Pero esas intenciones se quedan en intenciones... Pues cuando queremos a alguien, sea mama, papa, hermanos, amigos, pareja.... Es difícil ocultar las cosas, como nos sentimos, como pensamos, lo que nos preocupa, lo que deseamos,... Con lo que estamos expuestos si o si, es parte del trato que aunque intentemos romper una y otra vez siempre estamos atados a cumplir.
Pues hoy es de esos días en los que desearía con todas mis fuerzas, que esa gente que me quiere tanto no atinaste de lleno ella yaga quedan esta abierta y supura. Pero como no puedo evitarlo, después de un momento de cabreo, de ganas de desaparecer o que fueran ellos los que desaparecieran por un instante, y no poder lograr nada de esos deseos, he apuntado estoicamente sus diferentes ataques cariñosos, y después de que la batalla terminase todo volvió a la calma y una sonrisa agridulce se asomo por mi boquita. A veces es mejor sonreir y olvidar esos momentos en los que a los que más quieres les tirarias por la ventana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario