Hay momentos en los que hay que dejar de dar tantas explicaciones. Pararse un segundo y recapacitar el por qué de tanta justificación de algo que no hemos hecho mal. Parece que cuantas más explicaciones damos menos se nos entiende, pero no creo que ese sea el problema, el problema está en quien no escucha nuestras razones y solo se queda con la información que le parece bien.
Es una contradicción constante, queremos que se nos entienda y lo único que logramos es una frustración al no lograrlo. En ese momento es cuando hay que decir basta y dejar de gastar saliva. Es la oportunidad de variar la táctica, o mejor aún, dejar de intentar entenderse con quien no quiere tal entendimiento.
Fracasar no es la palabra, aunque tal situación veamos cómo un fracaso. Simplemente hay personas con las que la comunicación es factible, y si eso nos crea un mal sabor, es cuando tendremos que evitarla. Y si vemos que no somos capaces, a lo mejor la solución debiera ser más drástica y eliminar a ciertas personas de nuestro entorno más íntimo.
Cuando ya has agotado todas las vías para una buena comunicación entre emisor y receptor, o se cambia de aparato o de receptor.
Llevo mucho tiempo gastando tiempo, esfuerzos con algunas personas, y el agotamiento fisico y mental ha podido conmigo, llegando incluso a autoconvencerme que el problema era mio, que no sabia hacer llegar el, encaje, que lo complicaba al emitirlo. Con el tiempo me he dado cuenta que el problema no es el mensaje sino los oídos de quienes lo reciben, pues los tienen taponados y no tienen ningún interés en destaponarlos. Así que para que más esfuerzo? No merece la pena, ni el entendimiento ni las ansias puestas en el, y por ello he decidido desearles lo mejor pero un poquito lejos de mi. Y si no puede existir esa distancia física, la habrá afectiva y emociónal, por lo menos por mi parte.... Y ya se darán cuenta, y si no, no es mi problema sino de ellos.
La comunicación sino fluye no es comunicación es nadas.
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