Al despertarme,no conseguía abrir los ojos. Pegados era poco. De esas mañanas que si pudieses tirarias el despertador contra la pared y si se destroza mejor. Pero con esto de los móviles y poner en ellos las alarmas, casi mejor no tirarlo no vaya ser que sea peor el remedio que la enfermedad.
Al final, después de no se cuantas veces de repetirse la dichosa alarma, me levante cómo alma en pena. Mientras subía la escalera, retazos de imágenes, de algo vivido, se repetían en mi mente. El cafe humeante inundaba de olor toda la casa, pero yo seguía ensimismada en intentar entrelazar lo recuerdos del sueño y buscarle un hilo conductor.
Ni el café,ni el frio de la mañana, ha conseguido despejarme y poner lucidez al sueño. Hay gente que cree en los sueños, otras que solo es fantasía. Tamíen hay personas que de cinco sueños se cuerdas de cuatro. Yo soy de las que se acuerda de un sueño muy de vez en cuando. Y el acordarme de este me trae un poco descentrada y así estaré todo el día.
Intentare escribir sobre ese sueño, intentare cerrar los ojos y revivir cada una de las imágenes que recuerdo y saber buscar los retazos que faltan y son primordiales para acabar el puzzle.
Y aquí estoy, tumbada en cama, mirando al techo de la habitación, intentando soñar de nuevo y esta vez llevar la rienda del sueño que me lleve hasta ti, la libertad de soñar con lo que quiero y cuando quiero y hacerlo realidad.
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