Me gusta soñar, soñar dormida, lo desespera lo hago a menudo. Me gusta soñar cuando duermo, y cuando despierto recordar, o por lo menos tener en el paladar el gusto del sueño.
Normalmente no me acuerdo de lo soñado, y si lo recuerdo, es porque no he dormido del todo bien. Esto coincide, con una preocupación, con un viaje, con un cambio, con una nueva experiencia....Y a esos sueños llevo a esas personas que de alguna manera tienen algo que ver con lo que me ronda la cabeza.
Pues bien, me he despertado acordándome de lo que he soñado, y con la sensación de ser muy real ese sueño, y que en cierto modo yo lo guiaba desde mi semiconsciencia. Todo ello hizo que al despertar, y volver a la realidad, y percibir que lo vivido no era más que un mundo irreal, fue en cierta manera chocante. Intente recuperar la mayor cantidad de detalles, de calles, de personas, de lugares... Y apesar de lograrlo en parte, esa sensación rara me seguía invadiendo.
Ya sé que los sueños sueños son, pero es raro so.ar con un amigo al que hace más de dos años que no veo, que vive en Noruega, y con el que la última conversación, vía WhatsApp obviamente, también hace meses. No sé por qué ha venido a visitarme mientras dormía, ni por qué él, pero la necesidad de hablar con el, de saber que esta bien, o simplemente saludarle, es imperiosa, casi difícil de controlar. Y finalmente le mandare un mensaje mañana y ya veremos si todo está en el lugar adecuado.
Después de soñar y recordar los sueños, quieres que te vuelvan a llevar a esos sitios donde tu no puedes llegar, y no es fácil, cerramos los ojos y dejamos que nuestra mente vuele. Entramos en ese estado de relajación, de ser mero espectador de la pelí que ofrecen en el canal de las sabanas. Intentamos aferrarnos a detalles, me estos, sensaciones, sentimientos, y personas que en ellos habitan por un segundo, para al despertar recordar. Y aunque pusimos todo el empeño, el recuerdo de lo soñado solo a veces es recordado.
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