En ese abismo de falta de respuestas y miles de preguntas, no sabemos deshacer el entuerto en que nos hemos metido. Olvidamos que todo tiene solución y por más profunda que sea la mierda en que nos hemos metido, siempre se puede salir.
Ese momento en que la desesperación nos inunda por la cantidad de errores cometidos, es también el instante donde tomamos conciencia de empezar a buscar soluciones.
Cuando la tormenta se cierne sobre nosotros, preferimos no verla, no oírla, no sentirla...y de repente un chaparrón que nos cala hasta los huesos y ahí creemos que es ese instante, ese momento inoportuno. Y no es así, todo tiene un proceso, pero apreciamos las señales evidentes, o no queremos verlas. No todo se reduce a un efímero segundo, todo es una cadena de milésimas de segundo que explotan al unísono, a veces oportunamente y otra en desfavorablemente. Pero así es y inevitable, cada día sucede sin poder cambiar ni predecir.
Aunque todo pinte negro, siempre hay una luz por tenue que sea, y al final brilla con suficiente luz para hallar el camino correcto. Y toda la oscuridad por la que hemos caminado, ha fortalecido nuestras pisadas, nuestros pies y nuestra mente....
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