Con los años he aprendido a ser vulnerable, a saber que las cosas afectan, pero todo pasa. He empezado a conocer mis puntos débiles y mis fortalezas.
He conseguido perdonarme, no ser tan exigente, ni estricta con mis fallos. He aprendido a quererme en mis momentos más bajos, a reírme de mis caídas y a levantarme para volver a caer.
Los años me han serenado y han curtido. También me han cubierto de una masa que le resbalan más cosas de las que llegue a imaginar.
Pero lo mejor de todo, es que el tiempo me ha hecho reconoceme en el espejo, sentirme orgullosa de quien soy, de estar donde quiero y rodearme de quien me aporta.
El madurar no sólo es cumplir años, es según avanzas sentirte bien contigo y con los demás.
Así que bonita, háztelo mirar, porque ni a mi me afecta, ni puede afectarme. Me alegro que todo te vaya bien, pero sobre todo que te vaya mejor cuanto más lejos te puedas ir.
Y en el fondo me da(s) pena y tristeza, que no Vivas tu vida, sino que siempre estés pendiente te de la mía y la de los demás.
Un consejo, la vida es muy corta para vivir sola y amargada. Échale sal y azúcar y vivirás mejor.